Comunicado Nacional / HALLAN GUACAMAYA MOMIFICADA EN UN CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE CHIHUAHUA

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Boletín de prensa
10 de julio de 2016, Cd. de México.

En una cueva ubicada en el municipio de San Francisco de Borja, Chihuahua, alcaldía donde no se tenía registro alguno de la existencia de evidencias arqueológicas, fue descubierta una guacamaya momificada de manera natural, la única depositada —al parecer completa— en un posible contexto funerario. El hallazgo comprueba que la Sierra Madre Occidental fue un corredor cultural entre la costa y el desierto desde tiempos anteriores a Paquimé.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), prepara un proyecto de investigación arqueológica para realizar un estudio en las diversas cuevas de esa región del suroeste de Chihuahua, en las faldas de la Sierra Madre Occidental, donde es posible que haya rastros del intercambio cultural entre grupos humanos prehispánicos de Chihuahua y las costas del Golfo de California.

El arqueólogo Emiliano Gallaga Murrieta, director de la EAHNM, junto con personal de la Academia de Arqueología de la citada casa de estudios, atendió la denuncia del señor Manuel Rodríguez y su hijo, pobladores del ejido de Avendaños, en San Francisco de Borja, quienes avisaron que encontraron materiales arqueológicos cuando realizaban obras para nivelar el suelo de una cueva de su propiedad.

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Los vestigios habían sido recolectados por los pobladores y fueron entregados a los arqueólogos. Los materiales están fragmentados, sin embargo, por el tipo de objetos, los especialistas han intuido que en la cueva debió haber una tumba o fardos funerarios de por lo menos dos individuos. Identificaron dos cráneos de adulto, varios huesos largos, una cesta, una base para olla de cestería, un textil, cordel de algodón y pelo humano, una posible bolsa o taparrabo de piel de venado, un caracol y la cabeza momificada de manera natural de una guacamaya bandera, que se distingue por el gran colorido de sus plumas.

Por su estado de conservación, entre los materiales sobresalen: el textil, que pudo ser parte de la envoltura de los fardos, los materiales de cestería y, en especial, la cabeza de la guacamaya. “De acuerdo con los pobladores de San Francisco de Borja, el ave estaba completa, entre la tierra había otros pedazos de su cuerpo, pero sólo colectaron la cabeza. Desgraciadamente no podremos confirmar si formó parte de un acomodo funerario, porque sabemos que ahí estaba pero ignoramos cómo”.

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El arqueólogo explica que la gran mayoría de bibliografía hace referencia al uso ritual de la guacamaya en el periodo Medio de Paquimé (1,060 a 1,340 d.C.). Algunos fragmentos de esqueletos y plumas del ave se han encontrado en contextos ceremoniales y funerarios, y también como parte de bolsas y pendientes; pero es la primera vez que se localiza esté pájaro, presuntamente completo, en un contexto arqueológico. Así que ésta sería la primera evidencia de una guacamaya, que posiblemente fue enterrada completa al lado de un ser humano, que por las condiciones ambientales de la cueva se momificó de manera natural.

“Por su rareza, fue un ave muy cotizada en el norte de México, debido a que no existía en la región. Cabe recordar que se importó de otras latitudes y cuando Paquimé se estableció, comenzó su crianza para utilizar sus plumas con fines rituales y comerciales, porque existía una demanda más antigua.

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“La guacamaya se convirtió en un animal importante en el imaginario colectivo de los pueblos del norte de México y suroeste de Estados Unidos, representaba un ave solar, también se le vinculaba con la lluvia por sus colores azulados y verdosos, que para los antiguos indígenas guardaban relación con el agua”.

Al percatarse de la importancia de los objetos, el equipo de arqueólogos decidió realizar exploraciones en la cueva con la esperanza de hallar más información en una franja de 25 metros de largo por uno de ancho, donde se localizó evidencia de una estructura habitacional de bajareque con piso de tierra, sobre el cual se identificaron puntas del periodo Arcaico Temprano-Medio y restos de una mazorca quemada que se mandará a fechar.

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En otra sección de esa franja, los arqueólogos descubrieron un entierro sui géneris: sólo estaba sepultada la mitad de un cuerpo humano: pelvis y extremidades inferiores amarradas. Las piernas son de un adulto de estatura considerable. El arqueólogo Gallaga dijo que posiblemente se trate de un entierro secundario, es decir, que originalmente se sepultó en otro lugar de donde fue sacado para una segunda sepultura. Sobre el piso prehispánico también se descubrieron fragmentos de carbón, maíz, olotes quemados y puntas de flecha.

Al finalizar la excavación de rescate, realizada en dos fines de semana, en total se hallaron 30 puntas de flecha, la mayoría del periodo Arcaico Medio/Tardío o Agricultura Temprana (2500/1000 a.C. – 700 d.C.); muestras botánicas, entre las que sobresale un olote que conserva algunos granos, al parecer de una especie propia del Arcaico y una calabaza completa; así como coprolitos humanos, cestería, cordeles y gran cantidad de pedazos de muros de bajareque (construcción elaborada con varas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y carrizo), en uno de los cuales se ve la huella de una mano que quedó impresa cuando se puso el lodo al carrizo.

El arqueólogo subrayó que aún no es posible establecer a qué cultura pertenecen los materiales, aunque es evidente que son anteriores a Paquimé (700 y 1450 d.C.), entre los periodos Arcaico Tardío y Agricultura Temprana, por la presencia de las puntas de flecha y el olote antiguo.

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El director de la EAHNM explicó que todos los objetos son locales, a excepción del caracol, originario del Golfo de California (en la región de Sinaloa), y la guacamaya. “Desde hace tiempo se conoce que hubo relación entre los grupos costeros y Chihuahua porque se ha hecho investigación arqueológica en otras partes de la sierra, pero no en San Francisco de Borja. Este es el primer sitio arqueológico registrado en este municipio.

“Este hallazgo comprueba una vez más que la Sierra Madre Occidental ha sido un corredor cultural entre la costa y el desierto, del norte con el sur”, concluyó Emiliano Gallaga.

Los vestigios recolectados en la cueva del ejido de Avendaños están bajo resguardo de la Academia de Arqueología de la EAHNM, donde serán analizados. Asimismo, se solicitó la participación de restauradoras de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH para emprender los primeros trabajos de preservación de los mismos.

Comunicado Nacional / HALLAN GUACAMAYA MOMIFICADA EN UN CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE CHIHUAHUA

IDENTIFICAN EL ENTIERRO MÁS ANTIGUO DE CHIHUAHUA.

Chihuahua, Chih. 15 de junio del 2015

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Tres microscópicos fragmentos de diente de un joven de 12 a 15 años de edad al morir, cuyo esqueleto fue descubierto en el sitio arqueológico Rancho Santa María II, en el municipio de Galeana, Chihuahua, han sido fechados por análisis de colágeno en 1100-1200 años a.C. Dicho resultado determina que se trata de los restos humanos más antiguos del estado.

Así lo dio a conocer el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Emiliano Gallaga Murrieta, quien halló el entierro que data del periodo Arcaico Tardío, en la región de Casas Grandes, en el verano pasado, mientras realizaba una inspección de superficie en las llanuras de las partes bajas de la Sierra Madre Occidental.

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El esqueleto se encontró casi sobre la superficie, sin ofrenda, bocarriba y con las piernas flexionadas a la izquierda. Fue analizado por el antropólogo físico Moisés Alejandro Villa Zamorano, del CENEFO del estado, quien corroboró que corresponde a una persona joven, de entre 12 y 15 años al momento del fallecimiento, cuyo sexo aún no es posible identificar.

Emiliano Gallaga detalló que tampoco ha sido posible determinar la filiación étnica del individuo; sin embargo, las características de sus dientes, del tipo “pala”, son referente físico de los grupos amerindios que ingresaron al continente americano por el Estrecho de Bering.

Los estudios de fechamiento se llevaron a cabo en los laboratorios especializados en dataciones por radiocarbono Beta Analytic, en Estados Unidos, por el método de carbono 14 mediante extracción de colágeno, aplicado en tres muestras tomadas de los dientes del individuo. Cabe destacar que, con anterioridad, en el estado de Chihuahua se han encontrado vestigios arqueológicos más antiguos, pero todos han sido artefactos de piedra, no restos humanos, de manera que éstos son los primeros registrados del periodo Arcaico.

La sepultura se localizó en el sitio arqueológico descubierto por Emiliano Gallaga durante el mencionado recorrido de superficie, al que nombró Rancho Santa María II. El lugar tiene una extensión de 150 por 250 metros, dentro de la cual, entre matorrales de gobernadora, cotillo y mezquite, se registraron varias áreas de actividad humana; destaca una, de tres metros de diámetro, donde muy posiblemente se manufacturaron preformas mediante la técnica de lasqueo.

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En el sitio, se localizaron 370 puntas de proyectil fabricadas en basalto, obsidiana, sílex, pedernal y riolita; 75 de ellas están completas y 294 son fragmentos. El arqueólogo detalló que los artefactos datan de diferentes antigüedades que van del 8000 antes del presente, al 800 d.C., y corresponden a 30 tipos diferentes de puntas, entre los que mencionó Midland (8700–8500 a.C.), Milnesand (8200-7200 a.C.), Plainview (8150-8000 a.C.), San Pedro (1500-1000 a.C.-300 d.C.), Abasolo (5000-3000 a.C.-500 d.C.), Pandora (2500-600 a.C.) y Refugio (2500-600 a.C.).

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Gallaga Murrieta destacó que muchos de los tipos de puntas de flecha hallados, como Dátil, Abasolo, Axtell, Darl o Desmuke, habían sido identificados en el suroeste de Estados Unidos; sin embargo, para Chihuahua no se tenían reportes escritos.

Asimismo, el arqueólogo localizó gran cantidad de material de desecho de talla en piedra, como percutores, núcleos y fragmentos de rocas pulidas por la mano humana (en total más de 17 mil piezas). De acuerdo con el especialista, la variedad de herramientas y la cantidad de artefactos de desecho son indicadores de que el sitio estuvo ocupado por el hombre durante un largo periodo.

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“Todo indica que se trata de un campamento establecido por grupos de cazadores-recolectores alrededor del periodo Paleoindio, un tiempo en el que seguramente la presencia humana ya era estable dentro de estos territorios y donde los grupos humanos de diversas épocas regresaron a trabajar la piedra, es decir que fue reutilizado constantemente para la manufactura lítica hasta el Arcaico Tardío/Precerámico”.

En el sitio también se descubrieron diez hornos del periodo Arcaico, que consisten en concentraciones circulares de piedras fragmentadas por acción del fuego.

Emiliano Gallaga explicó que el entierro es contemporáneo a otro sitio arqueológico muy importante de Chihuahua, donde se encontraron los rastros de polen y maíz, hasta el momento más antiguos del estado, conocido como Cerro Janaqueña (1300 a 1100 a.C.), ubicado a 100 kilómetros de Santa María II, en el municipio de Janos. En dicho lugar se descubrieron puntas de proyectil de tipos similares a los de Santa María II, por lo que es posible que ambos sitios hayan interactuado.

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Durante los recorridos de superficie en el municipio de Galeana, el especialista del INAH descubrió otro sitio arqueológico de menor antigüedad que el anteriormente descrito, denominado Rancho Santa María I, donde encontró grandes cantidades de lítica prehispánica de finales del periodo Arcaico (200 d.C.), como puntas de flecha de obsidiana, machacadores y manos de metates, así como fragmentos de cerámica vidriada gris, verde y café de la época colonial, y porcelanas del siglo XIX.

Lo anterior lo lleva a suponer que el asentamiento Rancho Santa María I fue un área habitada, posiblemente una posta o ranchería cercana al Camino Real que conectaba Chihuahua con Nuevo México, y que este ramal comunicaba con el Presidio de Janos, uno de los puntos más importantes donde se establecieron militares españoles para la defensa de lo conquistado espiritual y materialmente por los misioneros franciscanos en la región.

Los estudios del material continúan en proceso. Emiliano Gallaga señaló que la información obtenida de ambos sitios arqueológicos ayudará a entender mejor el desarrollo cultural de la región y afinar las temporalidades de los asentamientos humanos en el estado. El área donde se encontraron los vestigios quedó protegida por el INAH como reserva arqueológica para estudios posteriores.

IDENTIFICAN EL ENTIERRO MÁS ANTIGUO DE CHIHUAHUA.

Es Emiliano Gallaga el nuevo Director de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México.

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La Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM) cuenta con nuevo director, se trata del Dr. Emiliano Gallaga Murrieta, quien el día de hoy presentó su plan de trabajo ante los medios de comunicación.

A este acto acudió también el delegado del Instituto de Antropología e Historia en Chihuahua, Jorge Carrera Robles, así como el nuevo Secretario Académico de la EAHNM, Arturo Herrera.

“Uno de los principales compromisos es retomar la interacción con el INAH Chihuahua para apoyarnos mutuamente”, declaró el nuevo director, y añadió que mediante esta alianza será como se potencializarán proyectos en beneficio de los estudiantes.

Se buscará además, el acercamiento con Universidades afines en los Estados Unidos, específicamente de los estados de Arizona, Nuevo México y Texas; esto con la finalidad de que las investigaciones del suroeste que ahí se realizan, se complementen con las investigaciones del norte de México que la EAHNM lleva a cabo.

Indicó también, que se trabajará en la mejora de las instalaciones, así como en obtención de un nuevo proyecto para la construcción de la biblioteca, ya que esta institución cuenta actualmente con el acervo bibliográfico especializado más importante del norte de México.

Por su parte, el antropólogo Carrera Robles, manifestó el compromiso de trabajar de la mano con la institución educativa, incorporando alumnos a proyectos que tienen que ver con aspectos trascendentes para el patrimonio del estado, y que se desarrollan actualmente en el Centro INAH Chihuahua.

“Debemos avanzar en una antropología aplicada y útil, que además de reforzar la capacidad de los estudiantes, ayude a fortalecer el desarrollo de los estados del norte del país”, dijo.

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Emiliano Gallaga Murrieta es originario de la ciudad de México y obtuvo la licenciatura como arqueólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), y su maestría y doctorado en arqueología en la Universidad de Arizona.

Anteriormente se desempeñó como delegado del Centro INAH Chiapas, y en octubre del 2013 laboró como arqueólogo investigador en el Centro INAH Chihuahua a cargo del proyecto “Atención técnica y legal del patrimonio arqueológico en el estado de Chihuahua”.

A partir del presente mes fue nombrado como director de la EAHNM.

Es Emiliano Gallaga el nuevo Director de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México.

Presentación nuevo Director de la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM).

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